Me gustan las manzanas; verdes. Como en el suelo y las gaviotas vuelan. Atardece. No importa, hay una buena vista de aquí al final del muelle. Yo mismo tengo una sombra que resplandece, y las copas de las palmeras se mueven acariciadas de calor. Un barco está quieto al fondo, en el mar. Tiene una vela blanca y dos personas parecen hablar. Si lo ves detenidamente desaparece, pero yo constato que es real porque puedo sentir las formas y hacerlas bailar. Encuentro la paciencia en el silencio, la sinceridad en la calma.
Las arenas del desierto, tú puedes olerlas y sentirlas, guardarlas en el zapato, soltarlas al aire que se dobla en tu mente. E incluso el sonido de mi guitarra es perfecto cuando nadie más escucha y expando ávidamente el arte; el alma desvaneciéndose.
Podríais estar todos muriendo, o podría brotar fuego de la tierra y quemarme. Podríais congelar la mirada, Soltar una moneda, decir que es bonito, "suena bien", que por qué lo hago. yo no pararía ni un momento.
Dibujaría un camello, y pensaría un desierto, imaginaría un oasis y no tener jamás que volver. Disminuiría una quinta, y suspendería una cuarta, me pararía en una nota sostenida, que haría menor porque eso me apacigua y entiendo, entiendo al fin las cosas.
De pronto todo languidece y resulta claro y revelador. Lo más real que puedas sentirlo es lo más abstrato, pienso. un equilibrio a veces roto por mentiras que creamos inutilmente. Te recomiendo aquella infusión, aquella tarde, tener paciencia, sentarte a ver el cielo. el placer de ver el cielo, de ver los barcos atracados, de ver los fuegos ensordecedores. Enamorarte y morir enamorado. Pero el único fin que hay en esto es expresarme.
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