I Por primavera siete lunas y un medallón, noches en vela, tequila y un desierto de arena. Yo voy caminando, aquí y allá en una rambla larga, significando cualquier cosa. Doy con una fuente y un pequeño trozo de sombra; voy ganando tiempo, una vez y otra una vez y otra. Y las gaviotas vuelan lejos; desde aquí, digamos que no puedes oír su canto. Sólo las piensas, una vez y otra. Oh, no es tan divertido como parece apoyarse en la pared disimulando; ellos pensarían cualquier historia que tú has inventado.
II Paso noches enteras despierto sin conocimiento de la hora, con la camisa desabrochada, un cóctel de alambre y otro cóctel de madera, un cosquilleo por debajo de la barba y unas ganas inmensas de moverme al ritmo en que arden las hogueras, agitan las palmas, brillan las perlas. Y por las tardes, en la calle, solo, delincuente, ladrón hasta que oscurece en el zoco, mi corazón en mi otra vida. Nada es nada por la mañana, sólo humo de tabaco, negro café, algún comentario breve. Nada es nada cuando amanece, joder...
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