Ya no soy un jovencito ni tampoco un señorito estoy hecho. Ya no más capuchas, pero camisas remangadas, ni sombreros pero el rayo de sol en mi espalda. Y de camino a casa pienso que algo habrá que me calme y adormezca. Una nueva fantasía o ilusión, un protocolo de conducta con sus códigos ético- estéticos de sumisión. Transición inigualable, enjambre de abejas, jazz ¡qué ruido maravilloso!
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