lunes, 12 de octubre de 2009

Soy mujer y ama de casa. Vivo en los 50s y bebo Coca-Cola. Me llamo Betty.



Había un niño gordito, repelente y empollón. Recitaba todas las cosas que había aprendido en sus clases. Un auténtico coñazo, pero un encanto según ciertas abuelas. Me habría gustado confesarle que de mayor tendrá problemas para gustarle a las mujeres, que trate de trabajar en ello cuando sea mayor. Pero a lo mejor es una de esas personas que de veras disfrutan de su trabajo; con gafas de laboratorio y probetas, o algo así, y no tiene las mismas necesidades.

Al otro lado había otro niño de unos tres años, hijo de una chica, “medio hippie y medio rapera” (sic), con trenzas, que se había ido joven de casa. El nene mordía la mesita que abre y cierra, y también morderá y se comerá el mundo, porque se le veía muy despierto para su edad. Aunque a lo mejor sus problemas serán otros.

La chica que bajó en Villagarcía y yo nos reíamos mucho con gordito-repelente hasta que yo encendí la música y cerré los ojos. Cuando los abrí había gente diferente en el vagón, y era más aburrido que antes. La otra chica, que está enfrente de mi, se ha quedado dormida después de intentarlo con Dafoe (Moll Flanders). Y una mulata, nueva en el trayecto, mira por la ventana con cara de quien cuenta vacas, friega platos o “nada de nada”.

Nada más pasa por mi cabeza que música. Pero parece que Dafoe la entretiene nuevamente.

Me acabo de acojonar al ver un cartel de Redondela, pero no, es el tren que es, y va a Santiago. Estábamos en Pontecesures (sólo era un cartel indicatorio), y se nota por la gente que entra.

En la estación de Pontevedra había un chico que probablemente estudie Bellas Artes (su apariencia era la de un grunge amante del metal aunque sensible, salido del año 1995 o 96, con barba y melena descuidadas, y aunque no era muy guapo, esa es la clase de gente de la que me enamoro sin en vez de rabo… no tiene rabo). Tenía una guitarra preciosa que yo envidiaba y anhelo. Tocaba muy bien, improvisando sobre escalas de blues y de jazz. Y me di cuenta de que eso exactamente es lo que yo quiero aprender. Más que tocando canciones de otros, disfruto expresándome. Y en ese sentido, el rock, el blues, el r&b o el jazz son el camino. Así que tengo muchas cosas que aprender.

Apenas he parado en Pontevedra, ha sido un visto y no visto, y un coñazo, no me apetecía nada. Pero al mismo tiempo fue bueno haber ido.

Lo de coñazo me remite a gordito-empollón. Hace siglos que no lo oigo, pero él sigue recitando.

Pd: el niño gordo es una buena persona.

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